Canto la ciencia. 1888.
Poema del Dr. Manuel Gómez Portugal Rangel (Aguascalientes 1849-México, D.F. 1935).
Xavier A. López y de la Peña
Canto la ciencia! Canto la victoria
de esta serie de dioses y de mitos
que en letras de oro transmitió la historia.
De esa pléyade inmensa de proscritos
que del Ocaso hasta el extremo Oriente
la ignorancia llamó siempre malditos.
Y lo fueron así de gente en gente
y augustos solitarios, nunca el mundo
comprendió lo que llevan en su frente.
Sumidos vagan en dolor profundo
y donde quiera que mi vista alcanza
ludibrio son del hado furibundo.
Aquél que viera un mundo en lontananza
completando la obra de Dios mismo,
en oscura mazmorra se le lanza.
Quien lo trajo a la fe y al cristianismo
y a la luz esplendente del progreso
la ingratitud prepárale un abismo.
Quien combatió sin tregua el retroceso
en el foro, en el libro, en la tribuna
la muerte paga con helado beso.
La burla y el baldón; todo lo adula
el hombre que liberta o que redime;
así la humanidad desde su cuna
Injuria a Prometeo si llora o gime
encadenado en escarpada roca,
¡A nadie en su odio criminal exime!
Nada respeta en su soberbia loca,
a Sócrates el sabio impía condena
¡Y la cicuta lleva hasta su boca!
Jesús después en la región serena
de su alma de poeta, al proletario
y al que arrastra del siervo la cadena
Pretende redimir; más el sectario
del fanatismo estúpido y artero
apaga aquella antorcha en el Calvario.
¡Silencio... nada más! Que ya no quiero
ese abismo sondear donde la muerte
guarda del odio y del rencor rastrero,
Al sabio esclarecido, al varón fuerte
al que supo al hermano encadenado
libertar de su yugo y de su suerte.
¡Odio y rencor! espíritu menguado
que en el alma lo bueno desbarata
¡Cuántas vidas sublimes has costado!
Nunca tu campo que envilece y mata
lo fecunde la fuente cristalina
de augusta ciencia con su linfa grata.
Nunca su luz brillante y purpurina
se asome por tu Oriente, ni remonte
la montaña, la loma o la colina;
Y sobre el bosque, la llanura, el monte,
la nieve caiga, se amontone el hielo
y de luto se cubra el horizonte!
¡Oh nunca! ¡No es verdad! Hija del cielo
no eres tú la que matas o que hieres,
no la que ocultas con tupido velo
Al hombre sus derechos y deberes,
no la que aleve y pérfida concita
Nación contra nación... ¡Eso eres!
Eres la madre que afanosa invita
a los pueblos reunidos de la tierra
a deponer el odio y la maldita
Venganza de la muerte y de la guerra
¡De amor y de progreso es la sublime
Misión que tu alma generosa encierra!
Lincoln por ti, intrépido redime
al pobre negro que arrastró cadena
y en triste esclavitud se agota y gime.
De mágica esperanza el alma llena
en el cadalso [Antoine] Lavoisier espira
tras tanto padecer y tanta pena.
No la amenaza que espantosa gira
sobre su frente, a Galileo conmueve
en su oscura prisión, en ti se inspira;
Y a pesar de la Biblia audaz se atreve
a exclamar con acento sobrehumano:
"Y sin embargo siento que se mueve."
[Girolamo] Savonarola y [John] Huss con sabia mano
separan las malezas del camino
que hasta Dios nos conduce soberano;
Cobarde el odio, esgrime el asesino
y alevoso puñal, la hoguera atiza,
y en el nombre de Dios santo y divino
En el tormento atroz los descuartiza,
los expone al ludibrio y la vergüenza
y reduce sus cuerpos a ceniza.
¿Do el martirio concluye? ¿Do comienza?
¿Quién lo supo jamás? ¿Quién lo ha sabido?
¿Quién hay que al vulgo en su ignorancia venza?
¡La ciencia nada más!... Si dividido
el humano linaje por rencores
que del camino recto lo han perdido
No encuentra en el Oriente lo fulgores
del astro que al progreso lo conduce
con tibios y suaves resplandores;
Si en la humana conciencia aún no reluce
como nuncio de paz la blanca estrella
que a todos con su brillo nos conduce:
Pronto, esplendente, majestuosa y bella
lanzará con purísimo vislumbre
de su luz la vivífica centella.
¡Alta la frente!... ¡Ved! Su roja lumbre
ilumina de un polo al otro polo;
Ya no hay sombra, no más incertidumbre,
¡Vamos pues al trabajo! Ni uno solo
se quede con pereza rezagado
o por que aliente en su cerebro el dolo.
Que la ciencia corone al esforzado
que el trabajo emprendió sereno y fuerte,
y que nadie olvide al cobarde y degradado
que no supo luchar hasta la muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario