Dr. Xavier A. López y de la Peña.
El trabajo médico en los hospitales de México (como
sucedía en el hospital Real de San Miguel de Belén en Guadalajara), consistía
básicamente en dictar las dietas, los medicamentos o recetas, y en pulsar a los
enfermos, “que no hace otra cosa el médico” según informaba el enfermero mayor.
En este tiempo no existía una medicina hospitalaria como
hoy se conoce ya que -como refiere Michel Focault- “no había nada en la
práctica médica de ésa época que permitiera la organización de los
conocimientos hospitalarios, ni tampoco la organización del hospital permitía
la intervención de la medicina. En consecuencia, hasta mediados del siglo XVIII
el hospital y la medicina siguieron siendo campos independientes”.
El doctor J. Joaquín Izquierdo
señala a su vez, que “las características metafísico-escolásticas del ambiente
dominante en la Real y Pontificia Universidad de México, la medicina que en
ella se enseñaba hacia los setenta del siglo XVIII, ni apreció debidamente los
aspectos más positivos y valiosos de la medicina antigua, ni procuraba
inspirarse en las corrientes de pensamiento y de trabajo por las cuales ya
empezaban a quedar echados y a consolidarse los cimientos de la medicina
contemporánea”.
“Los médicos aprendían desde las aulas a recitar y a
disputar acerca de lo que habían dejado escrito los grandes médicos, pero no
llegaban a relacionarlos con los enfermos, ni tenían oportunidad de aprender a
observarlos, lo cual los incapacitaba para apreciar los hechos de cada caso
particular”.
Todavía a principios del siglo XIX el doctor J. M. Reyes
escribió en torno a los dos años de práctica que se exigía “que en nada
cambiaban la situación, pues los profesores tenían como única preocupación,
amoldar sus observaciones al cartabón que eran ellos, los aforismos de
Hipócrates y de Galeno”.[1]
Fuente:
[1] . Oliver
Sánchez Lilia V. El Hospital Real de San Miguel de Belén 1581-1802. U. De
Guadalajara. México 1992, p. 157-9.