miércoles, 4 de diciembre de 2013

Datos para la historia de la medicina en Aguascalientes.

Xavier A. López y de la Peña
Relación de Nuchistlán por Francisco de Plaza, Alcalde mayor por su Majestad de las minas de Tepeque y valle de Xuchipila y Corregidor de Nuchistlán. 2 de diciembre de 1584.
“... Nuchistlán, porque es tierra donde se dan “muchas tunas”. “Tiene este dicho pueblo [Nuchistlán]... doscientos cincuenta y dos tributarios; y, antes de que se conquistaran, había más de cuatro mil indios y, después de la rebelión, como se alzaron, los hacían esclavos y mataron muchos. Y, después acá, hubo pestilencia de viruelas, en que murieron muchos; y habrá ocho años, poco más o menos, que, de otra peste que les dio, murieron, de tres partes, las dos. Y, desta manera han venido en disminución hasta el dicho número”. [...]
“Tenían estos dichos indios [de Nuchistlán] por costumbre encerrarse en una casa, y tomar un poco de piciete y sahumarse con él (que es una yerba que embriaga) dende prima noche, y estaban en la dicha casa suspensos hasta la media noche, que no bullía nadie. Y, luego, se salían de aquella casa que se iban, poco a poco, a bañarse a un charco o río que fuese muy hondo y, en el camino hablaban con el Demonio, y este les decía lo que había de hacer, y si había de ser valiente o no. Y, si le decía que había de ser valiente, llegaba al agua y tomaba con las dos manos un golpe de agua y se lavaba la cara, y se volvía luego a su casa muy contento. Y, si no le decía nada el dicho Demonio, llegaba al río y se bañaba, y lo cruzaba dos veces bañándose, y luego se salía y se volvía a su casa. Y tenían, ansimismo, un ídolo de piedra en quien adoraban, y, ansimismo por él, les decía el Demonio lo que habían de hacer. Y tenían, ansimismo, un ídolo de piedra en quien adoraban, y, [apa]recía también el Demonio en figura de mujer médica, que les curaba sus enfermedades y les decía cuando habían de morir o sanar”.
[...]
Y dijeron que, antiguamente vivían mucho, hasta que se quedaban corcovados de viejos y, enhestándose, se quebraban y morían; y que tenían por médico a el dicho Demonio, y que se les aparecía en figura de mujer y les decía el mal que tenían, y si habían de morir de él o no”. Y que “este dicho pueblo es tierra fría y sana y de buen temple, y, cuando les dan algunas enfermedades a los indios dél, son paperas, dolor de costado y les sale sangre de las narices. Y, para esto, tienen por remedio ponerse, donde les duele, algunas raíces y las beben, y ocotzótl, que por otro nombre se llama “trementina”, y otras raíces y yerbas que ellos tienen y conocen, y estas son sus medicinas”.
“Hay... unos árboles que se dicen mezquites... y otros que se dicen magueyes, que tienen los naturales, los cuales son de muy grande aprovechamiento: son tenidos en mucho, porque de ellos se visten y comen, y sacan miel y vino y vinagre y cáñamo, y curan con él heridas y otras enfermedades, y les sirve de otros muchos efectos”. Y tienen “muchas raíces y yerbas medicinales con que se curan, y, principalmente, con el dicho árbol de maguey”.

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